lunes, 2 de junio de 2014

ZUMBA CON ROCÍO



Llega un momento en la vida, cuando has pasado de largo los treinta y llevas muchos años trabajando y cuidando de tus hijos: la misma rutina, las mismas carreras, los bocatas a medio envolver, las mochilas desgastadas y el no saber en qué día estás si no es por las extraescolares de tus hijos; en que, a veces, pero sólo a veces, disfrutas de alguna vivencia especial que aunque no compartes con tu familia, pareja y amigos, es personal, es tuya y la vives como si fuera única. Son momentos en blanco, en los que estás contigo mismo… ¡Son momentos tan tuyos!

Llevando este ritmo de vida, tan disparado, casi inhumano, en el que quieres llegar a todo sin prestarte atención a ti –ritmo que llevamos a diario la gran mayoría–, he tenido la oportunidad de conocer a una persona, una joven de esas de veintitantos, que con su esfuerzo y dedicación ha conseguido que los problemas del día y de la semana queden aparcados y se hagan más pequeñitos.

Con ella no sólo hacemos ejercicio. Nos dedica tanta atención, nos motiva tanto... La agilidad, la juventud y la alegría que desprende se contagian y nos hace sentir muy bien. Tiene mucha paciencia y, bueno, todo sea dicho… ¡nos mete mucha caña!
 
¡Gracias, Rocío! La gran Rocío, nuestra Rocío, gracias por todos los momentos maravillosos que me has hecho vivir durante este año. ¡Gracias, compis! Gracias por hacer de un grupo de baile, un gran grupo; junto a vosotras no quemo sólo calorías, me cargo de energía positiva.

¡MUCHAS GRACIAS ZUMBONAS! ¡MIS ZUMBONAS!

Carta de un alumna de Zumba

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